martes, 28 de mayo de 2013

Ensayo Autobiográfico

La  educación: un recorrido de grandes desafíos.

Introducción.
                El mundo de la educación es un recorrido de grandes desafíos, pero sin duda muchos de ellos gratificantes  cuando están enfocados en mejorar la educación de los niños y niñas de nuestro sistema educativo.
                Cada historia de vida es distinta una de otra y  poder compartir las diferentes experiencias de vida que tienen las personas que se encuentran  en mi vida lo encuentro un privilegio, por ello considero importante dar  a conocer mi experiencia con respecto a la decisión de optar por la educación como profesión y por ende como proyecto de vida, por eso me gustaría compartir  ¿por qué quise ser  docente?¿qué me motivó a tomar esta decisión?¿cuáles son mis desafíos actuales y a futuro con respecto a la profesión?¿ qué me gustaría cambiar o en qué desearía aportar en la educación chilena?
                Como todo en la vida, no todo el camino son espinas ni todas son rosas toda decisión conlleva responsabilidades y toda responsabilidad un fruto que marcarán el curso de nuestras vidas. En las siguientes líneas daré a conocer  mi pasión por la educación pero también los retos que debí y debo sortear para alcanzar mi gran meta que es: ser Profesora General Básica.

UN RECORRIDO DE GRANDES DESAFÍOS.
                Cuando era pequeña, recuerdo estar jugando en un mesa de niñas con hojas, lápices y muchas tizas tanto blancas como de colores, en esos años no existían los computadores ni mucho menos internet, pero  sinceramente tuve una niñez maravillosa llena de aventuras y desafíos donde uno de los momentos más gratos era ir a buscar los materiales que pedían las profesoras del grupo Mazapán, para realizar al final del programa cualquier manualidad, me considero una persona con mucha imaginación  y siempre  ando pensando qué hacer para entretenerme y no aburrirme, ya que también debo confesar que me aburro con mucha pero mucha facilidad.
Por lo relatado debo decir que desde pequeña me imaginé enseñando, leyéndoles cuentos  a los niños y niñas y enviando tareas para la casa, todas rutinas que eran propias de lo que observaba en el colegio, a mi papá, mamá, hermana y tata les daba tareas las cuales muchas veces se me olvida pedir y mucho menos las corregía, pero me divertía mucho  haciendo cuadernos  y recortando. Al ir creciendo esos cuadernos estaban escritos con historias; recuerdo que muchas de ellas eran inventadas  y en todas había una canción.
Cuando mi familia se vino de Santiago a Viña del Mar, tuve un enorme cambio en todo ámbito, conocí nuevos amigos, tenía otra rutina y por supuesto me cambiaron de colegio, con 11 años recuerdo que me era muy estudiosa y  me iba excelente en Santiago, pero lamentablemente en Viña no estaban viendo los mismos contenidos y tuve que empezar a estudiar más para mejorar las notas.
Este cambio me permitió ver la diferencia que había de un colegio a otro, y cómo afecta a los niños y niñas que están acostumbrado a un solo sistema educativo, también me di cuenta que no existía ninguna profesora como “mi profesora Mónica”, ya no estaría esa persona tierna, dulce y preocupada de cada uno de sus alumnos. En el nuevo colegio todo era distinto los profesores en 6° se rotaban, ya no era solo un profesor lo  que hizo que todo fuera más individualista, sin embargo me adapté rápido, más considero no con las habilidades que hoy se deben desarrollar en los alumnos y alumnas.
Con el tiempo comencé a ver qué importaban mucho las notas, de hecho más de lo que uno sabía, las evaluaciones eran por unidades y después nadie preguntaba  si recordaba “algo”, cada profesor se preocupaba de su ramo (así se les llamaba a las asignaturas años atrás) y punto. Así terminé mi enseñanza media y venía una de las decisiones importantes de la vida: elegir tu carrera, tu futuro.
Solo en una oportunidad pensé en estudiar Ingeniería Comercial, pero fue solo por la remuneración que tendría una vez egresada, sin embargo ese tiempo justo coincidió con mi graduación de MMJJ (mujeres jóvenes) en la iglesia donde trabajé  durante 4 años siempre con metas y, luchaba por alcanzar algunas más difíciles que otra pero siempre me esforcé. Esta constancia me ayudó a formar mi carácter de aprender a luchar por lo que quería aunque en ocasiones viera muchas adversidades, sin embargo  pude lograr ver más allá de cumplir una meta, todo este proceso me ayudó para valorar mis capacidades y esforzarme en lo que encuentro que debo aprender.
Toda esa reflexión me hizo cambiar de opinión con respecto  a elegir otra profesión por remuneración y seguí mis sueños y metas de: SER PROFESORA. Claro que la decisión no estuvo lejana de comentarios que hoy me dan un poco de risa: “no estudies eso, eres para otra cosa”, “no vas a ganar plata”, “como educadora te verán como nana con educación”, 3 doctores que me conocían de años, también mencionaron: “no estudies pedagogía, nunca vas a ganar plata y puedes ser otra cosa”, en fin comentarios que los tomé por el lado que se preocupaban por mí y no por creer que era mala opción. Ahora la verdad, que algunos de esos comentarios son ciertos: nunca voy a ser una persona millonaria siendo profesora, pero hasta hoy (desconozco el futuro) la plata no es mi motor en la vida y aún puedo decir que no me interesa.
Al entrar a estudiar educación parvularia, recuerdo el primer día que fui a la Universidad de Playa Ancha de las Ciencias de la Educación;  uy! Mi corazón latía muy pero muy rápido y a pesar de los años aún no olvido que cuando iba subiendo por la caleta El Membrillo, en esa vuelta dije: “empiezo un nuevo camino en mi vida y voy donde siempre quise estar”,  tal vez nadie se entere de lo que uno piensa, pero esa es una emoción que aún la recuerdo con el corazón latiendo fuerte y mis piernas temblorosas como aquel primer día.
Fue en la universidad donde vi realidades muy diferentes a la mía y agradezco el hecho de poder aprender día a día y tomar conciencia de aquellas diferencias que no deberían existir y menos que un niño o niña sufra por no tener que comer. Cuando uno ha estado rodeado de una familia que te ama y apoya es difícil ver  que hay personas que viven a tu alrededor con tantas necesidades. Algunas historias de vida que escuché y viví en la universidad marcaron mi vida, y eso ratificó mis deseos que estar en educación, ya que al  observar que   existen injusticias y una marcada desigualdad social, nace en mí la necesidad de ayudar y aportar en el desarrollo de cada niño y niña de sectores vulnerables. Ya que, solo a través de una educación de calidad se podrá lograr una movilidad social que les permitirán a estos niños alcanzar sus sueños.
Desde el primer momento que entré a la universidad, mi vida tomo un rumbo maravilloso. Ese rumbo  que había soñado desde los 4 años. Cada clase, cada contenido que aprendía llenaba mi corazón de deseos de aprender cada vez más,  a medida que iba aprendiendo me daba cuenta de todo lo que me faltó en mi educación formal y todo lo que tenía que aprender para enseñar de la mejor manera a los niños y niñas que tendría algún día en un jardín infantil.
Las prácticas tempranas me dieron una visión panorámica de todo lo que desea haber y aprender. Claro que por otro lado, también comencé a escuchar a compañeras decir que todo lo que se enseñaba en la universidad no se podría llevar a cabo con niños vulnerables, que las familias no apoyan, que los recursos son mínimos para hacer las actividades como uno desearía, que la teoría es una cosa y la práctica otra, etc , etc, hasta vi en reiteradas ocasiones futuras colegas diciendo que los niños no las tocaran por que tenían piojos o andaban cochinos y hediondos. Ya en segundo y tercer año de la carrera encontraba insólito que una docente se refiriera así de los niños y sobre todo me preguntaba para qué estudiaban educación parvularia si no querían hacer cambios en educación, en fin cada uno tiene su opinión y cada quien lucha por sus metas.

Para mí ser educadora de párvulos significa dar la oportunidad de entregar tanto conocimiento como valores y herramientas para que los  niños y niñas puedan enfrentar el futuro de la mejor manera posible, en esta interacción de profesor-alumno  nos enriquecemos ambas partes, apoyándonos y valorando  nuestra esencia. Considero que uno puede aprender todos los días de la inocencia de ser niño y apreciar sus virtudes y como van creciendo de mi mano para mí no tiene precio.
Sin embargo, no todo es vocación, sino que considero indispensable que el docente actual además de los deseos de producir un cambio en la sociedad tengan las competencias necesarias para enfrentarse a este mundo de la educación. Es por ello, que día a día me esfuerzo por aprender lo más posible pero sobre todo ir relacionando esos contenidos con la vida cotidiana para que los aprendizajes de mis alumnos sean significativos, ya que algunos recuerdos que tengo sobre mi enseñanza es que era casi todo memorizar.
Al reflexionar sobre este último punto, provocó en mí el deseo de estudiar pedagogía general básica, ya que  vi que el sistema educativo en el me eduqué no me entregó las herramientas necesarias para enfrentar un mundo competitivo en el que triunfa el conocimiento, pero más,   triunfa la habilidad de aplicar este conocimiento en diferentes instancias. Esta falencia no deseo que la tengan los niños y niñas actuales, mi sueño es que cada uno de ellos se desarrollen y logren sus metas, y si puedo ser una ayuda aunque sea para uno niño me sentiré retribuida y feliz que saber que mi esfuerzo y dedicación valió la pena que una persona pudiera sentirse preparada para enfrentar los desafíos de la vida actual.
La verdad es que aunque en ocasiones puede sonar un poco cursi, para mí el enseñar hace que vibre mi corazón y me llena de gratificación al ver como los niños y niñas demuestras su cariño de manera auténtica y sincera, claro que estar en educación básica es muy distinto que trabajar con párvulos, es un mundo de enseñanza y contenidos muy diferente. Pero mi sueño es poder trabajar en un colegio rural de Transición I  hasta 4 básico, poder acompañar a los niños y niñas desde temprana edad con estrategias, recursos y didáctica de calidad, de ir avanzando junto con ellos y que puedan tener la oportunidad de desarrollar sus habilidades como todos los demás, esto es un derecho puesto que  no podemos obviar que la UNICEF declara que “todo niño tiene derecho a  la educación, esto significa que ningún niño o niña puede ser excluido del sistema educativo” pero me gustaría enfatizar en la educación de calidad, a eso es lo que aspiro entregar como docente.
        Ya que sin ir más lejos, al reflexionar sobre los resultados de la prueba PISA  en nuestro país entre los años 2000 y 2006 a alumnos de 15 años  se obtuvieron resultados pocos favorables en el área de lenguaje y comunicación para nuestra población, concluyendo que los estudiantes presentan un bajo nivel en comprensión lectora, puesto que estoy segura que estos resultados pueden variar de forma significativa si los alumnos y alumnas reciben una educación de calidad desde prebásica, comparto plenamente la opinión de Badián  (mencionado en Bravo 2003) que menciona: “los niños que presentan dificultades en el jardín infantil para leer y escribir, posteriormente tuvieron un retraso lector inicial, y se mantuvieron atrasados para leer durante toda su enseñanza básica”, entonces: QUE MEJOR LABOR LA DE UN DOCENTE DE POTENCIAR AL MÁXIMO LAS CAPACIDADES DE SUS ALUMNOS Y ALUMNAS , ese es mi desafío y me fascinaría ser parte de los progresos que pudiesen tener los niños de escasos recursos y poder cambiar estas cifras tan alarmantes para nuestro país. Esta es una de las grandes razones por las que elegí ser docente  y dedicarme al estudio de la ciencia de la educación.
Aunque muchos dirán: si un niño o niña es “inteligente” no necesitará de un docente eficaz puesto que con o sin profesor el niño tendrá las capacidades de aprender por sí solo y con muy poco estímulo en el colegio tendrá grandes logros de todas maneras, por otro lado si en su hogar también es estimulado no requerirá que en el colegio le entreguen o muestren demasiados recursos para aprender, tal vez sí logrará potenciarse aún más pero sus avances no serán mérito de un quehacer pedagógico solamente. Ante este juicio, es que cada uno de los docentes debemos estar preparados para defender nuestra profesión y ser valorados por todo el desempeño y dedicación entregado.
No voy a negar que me falta mucho por aprender, tal vez no tengo experiencia en aula con alumnos y alumnas de educación básica, pero sí tengo toda la mejor disposición de ir aprendiendo, perfeccionándome  y avanzando en educación con cada uno de los puntos que debemos trabajar en el aula y fuera de ella.
Tal vez, en ocasiones las estrategias no sean las más “entretenidas” o quizás en un momento me encontraré con conflictos en el camino, nadie ha dicho que ser profesor es fácil se debe lidiar con cientos de problemas que tienen nada que ver con educación, pero lo que siempre deseo tener en mi mente y mi corazón es la meta final: calidad de educación para acortar la brecha social de tantos niños y niñas que hoy no tienen oportunidades de avanzar en su enseñanza.
El ser profesor tal vez es una de las tareas más difíciles, pero sin duda está en mí que sea la más gratificante, no tengo duda que es un canal entre las expectativas y la realidad; el  rol del docente tiene mucho poder en la sociedad y considero que es hora de que la profesión vuelva a tener estándares tan significativos como años atrás, años en los que al ver a mis profesores desee ser una de ellos.
Creo en seguir los instintos y las emociones y estoy segura que no me equivoqué en forjar mi futuro, esta carrera cumple todos los requisitos que algún día pensé  para mi vida; es más debo confesar  “algo banal y chistoso”, pero que fue una opción;  una de las razones que no estudié otra carrera es porque detesto estar encerrada en una oficina sin ver la luz natural, no tener contacto con la naturaleza, no poder apreciar las flores o la lluvia no me gustan los lugares fríos que todos se vistan iguale, que tengas de andar haciendo reverencias  porque son tus jefes, la verdad que esa realidad me cuesta, encuentro que la vida es hermosa y sí creo que todos tenemos una misión divina que cumplir en esta vida por lo que será utópico o no, pero me desagrada cuando se menosprecia a la gente por un estatus social. Para mí ser profesor nos da las  herramientas de ser auténticos, seguir siendo niños y seguir disfrutando de aprender, jugar, bailar, cantar, reír y también llorar junto a nuestros alumnos y alumnas.